1.3.13

Yet another album



Y se llamará Kulturkatzenjammer; ¿por qué?

- La explicación sencilla es que me tropecé con el término en un ensayo de Dwight Macdonald (Masscult and Midcult, 1960) y me resultó especialmente significativo en muchos planos distintos. Él lo define como a cultural nightmare, pero Katzenjammer también significa, simplemente, "resaca". Si esto no resultase lo bastante evocador, katzen es además "gatos" y jammer, "lamento" o "miseria" -¿alguien recuerda un bonus track del Love Is Hell Pt. 1 de Ryan Adams llamado Caterwaul?

- La explicación elaborada cambia de color según el día y me la reservaré para alguna entrevista que me pille locuaz, pero tiene que ver con esta época, la falta de identidad -otra polisemia que da mucho de sí-, los problemas terribles que tenemos para asimilar el tiempo acelerado en el que vivimos y, por qué no, un pequeño gesto de pleitesía al amo. Oh, el amo.

El disco, en fin, ya está acabado y sólo queda mezclarlo, que es ese proceso por el cuál uno ordena sus vergüenzas de la forma más vistosa posible antes de entregárselas al mundo rotundo con cara de susto. Sé que soy muy perezoso como para usar este blog con frecuencia, pero algún día me gustaría escribir un post largo sobre qué significan las mezclas de un disco -también las de un concierto, por supuesto, aunque en un concierto intervienen otros factores que en una grabación no- y cómo pueden alterar completamente la impresión del oyente. Pero divago.

El disco.

Los últimos dos meses, entre obligaciones laborales y cambios de idea, llegué a preparar suficientes canciones para un disco doble, aunque acabé por descartar el plan y lo que ha quedado es un álbum sencillo de unos catorce temas. De esos catorce, la mayoría vienen repletos de sintetizadores y cajas de ritmos, lo que no significa necesariamente que sea un disco de música electrónica; yo lo veo como un disco pop, sin más, aunque ya habrá tiempo de que otros se encarguen de ponerle el mote. Salvo un par de baterías, he grabado todo en esta habitación desde la que escribo. El motivo no es, espero, ningún ataque tardío de ego ni que no me divierta con la gente estupenda con la que tengo la suerte de tocar; simplemente quería hacer algo distinto al disco anterior y acertar o equivocarme yo solo. Perdón por la ñoñería, pero para mí grabar sigue teniendo algo del construir edificios con Lego de un bambino, así que podría decirse que publicar el resultado se parece un poco al "mamá, mira lo que he hecho" de entonces. Pero divago otra vez. Sea como sea, habrá un par de baterías de Sebas y otro par de violines de Javi que, como Ester, Chumi y Pedro o Charlie, siempre están ahí cuando se les necesita.

Y adelantándome a la pregunta de sobre qué habla, la respuesta es: no lo sé. Es decir, sé lo que me dice cada canción, pero no tengo ni idea de qué pueden significar para quien, espero, lo escuche. Ya saben ustedes que los temas se agotan rápido y que, leyendo cierta prensa musical, uno estaría tentado de pensar que la mayoría de las canciones que en este mundo han sido hablan únicamente de amor, desamor y sus variaciones. Y, aunque hay una parte de verdad ahí, vistos desde esa perspectiva una novela de Corín Tellado y That's No Way to Say Goodbye de Leonard Cohen serían la misma cosa. Mais es obvio que non. Quiero creer que en las canciones, como en los sueños -y se parecen mucho a veces- hay un contenido manifiesto y un contenido latente. El primero, a pesar de que puede llegar a ser muy llamativo, significa muy poco; es el contenido latente donde está la carga de significación, que es lo mismo que decir que el mensaje depende tanto del que lo escribe como del que lo escucha -en este caso- y su capacidad de interpretación. La diferencia, claro está, entre un sueño y una canción es que mientras en uno existe un único contenido latente posible -una persona, un contenido-, en una canción hay tantos como oyentes. Por eso es un pelín estúpida la distinción entre música sincera y música insincera (?): toda la música es sincera en el sentido de que dice mucho de quién la hace; la sinceridad aparente, la que se refiere al contenido manifiesto -es decir, si lo que cuentas lo has vivido o no, si lo que dices pensar es verdad o no- funciona en un nivel tan básico que cada vez que alguien hace la pregunta o el comentario, está reduciendo todo el proceso creativo a una soberana banalidad -y bien puede serlo, pero no por principio-. Todo esto sin siquiera contemplar que, al formar parte de una expresión musical que también tiene un contenido significativo importante, el sentido de la letra está completamente condicionado. Sirva un ejemplo para ilustrar el desparrame anterior y abandonar este jardín en el que me estoy metiendo:

- Ésta es la grabación original de Hey Moon por Molly Nilsson
- Ésta es la versión de John Maus. La base de la canción es la misma grabación de Molly Nilsson a la que John Maus ha añadido algunas cosas antes de colocar encima su voz y convertir la de ella en un coro.

Dejando a un lado las preferencias de cada cual por una u otra, creo que son un buen ejemplo de cómo una misma letra, variando sólo su envoltorio -y con envoltorio no me refiero sólo a los elementos adicionales, sino también el sonido- dice o sugiere cosas muy distintas. Por ejemplo, cuando llegan al "Hey Moon / it's just you and me tonight". 

Pero basta de obviedades, que me lanzo.

Las mezclas, volviendo al principio, estarán terminadas este mes, de ahí se irán a Alemania para una sesión de sauna y mastering y, cuando vuelvan, lo harán ya cómodamente instaladas en sus discos de plástico y vinilo para que, seguramente en septiembre, los incautos que así lo deseen puedan hacerse con el artefacto por los medios habituales. Hubiese querido que el disco estuviese en la calle antes del verano, pero en Lovemonk piensan que es más razonable esperar un poquito; como, a pesar de ser una malvada discográfica, soy muy fan suyo y siempre encuentran unos argumentos de lo más sensato, septiembre tendrá que ser. Quizá y sólo quizá, haya un single antes del verano con unas cuantas canciones extra; en todo caso, habrá adelantos seguro.

En cuanto a tocar en directo -y con esto acabo, palabra- aún no sé muy bien qué va a ocurrir. O lo que es lo mismo: aún no sé muy bien qué quiero hacer. Ya no recuerdo cuál fue el último concierto que dimos, pero creo que ha pasado un año y pico desde entonces y no puedo decir que lo haya echado mucho de menos. Entiendo que hay a quién le resulta un poco chocante que alguien que escribe canciones y graba discos no quiera hacer conciertos; necesitaría un buen rato para explicar los motivos, pero ya me he alargado demasiado y se me ocurre una forma mucho más entretenida: si tenéis ganas, tiempo y os gusta Luna -el grupo-, buscad un documental titulado Tell Me Do You Miss Me; quizá tenga un recuerdo distorsionado por el momento concreto en el que lo vi, pero creo que es poco frecuente encontrar una visión tan serena -y amarga- de "la música". Y Luna era un grupo enorme comparado con Pajaro -es decir, Luna era un grupo enorme a secas; sólo hablo de repercusión-. 
Quizá acabe por hacer algunos conciertos en formato tipo+guitarra para presentarlo -el disco, las buenas gentes; las buenas gentes, el disco-, pero septiembre dirá. 

Y mientras tanto, recuerden ustedes que hay discos recientes de Barrunto Bellota Band, Amigos Imaginarios, Fabián y coffee&wine para humanizar un poco la primavera torera que se nos echa encima. 

Y que viva la gente buena.